miércoles, 30 de diciembre de 2015

El año que viví peligrosamente

No voy a mentir. El tramo final de este año ha sido, directamente, una mierda.
Cuando el viento parece soplar a favor hacemos planes olvidando que todo es mentira, todos los planes son ilusiones futuras y el futuro no existe, está abocado a existir a expensas de las circunstancias.
Estoy viviendo mi particular día de la marmota puesto que este último mes se asemeja bastante a estos catastróficos años pasados.
Las circunstancias son parecidas pero hay una diferencia... Y es que ya no soy el mismo.

Estoy en el mismo lugar, tengo a la misma gente a mi alrededor. Y por causas que se escapan a mi entendimiento, hace diez meses me encontraba aplastado contra el suelo y ahora, por muy desalentadoras que sean mis circunstancias, diviso horizonte.

Hoy, al mirar atrás y pensar en todo este tiempo que he pasado en el infierno, he tenido la misma sensación que cuando observo la ciudad desde la azotea de mi edificio. Me asomo al abismo y siento el vértigo.

Por fin se acabó el sufrimiento, la caída, dejar la puerta abierta a la señora de la guadaña. Se acabaron las copas de más para reír, las pastillas para dormir y para olvidar, las lágrimas, la frustración y la autoflagelación.
Tengo 24 años y he tenido depresión. ¿Y qué?, ¿qué pasa? ¿Tengo que disculparme por ello?
No ha sido ningún rollo de esos intensos que sienten los jóvenes. Un momento intenso no dura 4 años, ni te dan ganas de desaparecer.
Quizás tenga 10, 20 o hasta 30 años menos que las personas que normalmente sufren esta caída a los infiernos. Eso solo significa que ellos han tenido más tiempo que yo para acumular razones. Pero, en realidad, mi vida ha sido una mierda tan grande como pudo ser la de ellos.


Pero bueno, no nos desviemos del tema y volvamos al fin de año.

Este año no celebraré el final del 2015, si no, celebraré haberlo vivido.
Fue consecuencia de la celebración de la llegada del 2015, verme hundido en un estado lamentable, que hizo saltar el click en mi cabeza que dio paso a mi reacción para salir del infierno.
Este año he vivido cosas buenas y cosas malas, pero como las buenas han sido mucho más significativas el balance general es positivo.

También tengo que agradecer al 2015 haberme dado la oportunidad de conocer a alguna que otra persona maravillosa, recordar que tengo a mi lado a más gente a la que le importo de lo que yo pensaba y reencontrarme con amigos que extrañaba.

Gracias 2015 y gracias a todos los que formasteis parte de él.

Mis propósitos para 2016 es no rendirme, no rendirme jamás... y aplicar todo mi empeño para intentar calar en la vida una alguna persona "X" que me quedó pendiente por conocer este año.

Os deseo toda la felicidad del mundo, venga de la manera de que venga, por que cuanto mayor sea la amplitud de miras, mayores opciones de felicidad tendremos.

¡¡Feliz 2016!!

lunes, 21 de diciembre de 2015

Este año si hay Navidad

Hay dos tipos de personas según su forma de afrontar estas fechas:

El primer tipo. Que vive estas fiestas con energía y positivismo. Los que llevan el espíritu navideño por bandera durante dos semanas.
Dentro de este modo de vivir la Navidad no solo cabe la alegría y la opulencia. También se ayuda al prójimo y una sonrisa de gratitud debe ser un buen regalo.

El segundo tipo de persona es el típico huraño o "Mr. Scrooge".
Este es un tipo de persona que se dedica, básicamente, a joder (o intentarlo) las fiestas a las personas que están a su alrededor.
Quizás, estas personas, algún día fueron del primer tipo pero hubo algo o alguien que les hizo tanto daño que a través de los años, cada diciembre, se vuelve a repetir el dolor.

Yo, personalmente, siempre fui del primer tipo de persona; me encantaba el ambiente que se respiraba y más aún viviendo la navidad en mi Andalucía. Pero con el paso del tiempo y de los golpes, empecé a apagar las luces. Hasta llegué a odiar la alegría de la gente y convertirme en Ebenezer Scrooge, el auténtico personaje de Dickens.

Por suerte... Y porque le he echado un par, conseguí expulsar de mi a ese "yo" oscuro que convivió conmigo durante más de cuatro años.
Por eso, ahora, todo a cambiado. Y aunque me lo están poniendo muy difícil entre todos, estás volverán a ser unas buenas navidades.

Recordad que la felicidad no se compra ni se vende. El dinero no hace mucha compañía. Pero teniéndonos los unos a los otros, ¿quién puede ser más rico?

Os deseo toda la felicidad del mundo y que paséis una feliz Navidad acompañados de vuestros seres queridos y de gratos recuerdos.
Besos.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Vivir para desamar

Y de pronto, como quien no quiere la cosa, vas y te enamoras. Cojonudo, se te acaba de joder la vida o, al menos, todos los planes que tenias para ella.
En el momento en que sientes como una estaca atraviesa tu pecho, abriéndose paso en la caja torácica y finalmente clavarse en el órgano encargado de distribuir la sangre por todo el cuerpo. En ese mismo instante tiene lugar el principio del fin. El ocaso que desembocará en un desierto de dolor.

Todo empieza por un estómago revuelto, seguido de sudoración, insomnio o estado febríl.
Después llega la etapa móvil. No quedará emoticonos en dicha aplicación para demostrar tu amor.
TODO IBA BIEN...

Así comienza la historia sobre mi mundo sentimental.

Pero tiene que acabar.
Quizás una ruptura dolora y otra que ni siquiera llegó a nacer. Todo esto sumado a la enfermendad de mi madre y algún que otro trauma que arrastraría.
De esas circunstancias casi todo el mundo sale en demasia pero a mi, a mi me ha hundido.
Quedé tan tocado que caí al fondo de pozo. Costó algo reaccionar pero conseguí salir. Pero algo era raro... algo no iba bien. El ser que salió de aquel agujero infecto no era yo, era una masa de lodo con una apariencia cercana a la mia. (Es como los huevos de chocolate. Forma identica pero eco en su interior).
Había recuperado mi cuerpo pero mis capacidades emocionales... Perdí el control sobre ellas.
Actitudes, aptitudes, seguridad, son cualidades que se quedaron en el pozo.

Ahora, tengo casi 24 años y estoy solo.
Se extrañan los abrazos, los besos, el jugueteo de tus pies con los mios bajo la inmensidad del edredón, el olor a café, el aroma de tu pelo recién lavado mientras yo dormia sobre él.

Es que, bajo mi punto de vista es la ausencia de confianza la que me ha reventado la vida.
Cada vez que alguien se acerca me pone nervioso. Y no hablemos de mantener una relación sentimental... Ni me lo planteo.

PD: Seguramente, este texto, no valga nada. Solo lo he escrito.

Pero tanta añoranza a pasado a convertirse en tristeza y apatía.
Todos necesitamos a alguien a nuestro lado y me mantenga en equilibrio.

Yo también quiero, por supuesto que quiero, pero como ya dije al principio. Que mis actitudes y aptitudes se hundieron en aquel pozo.

No valgo la pena, porque eso es lo que veo en la mirada de gente.

PD: Si escribo esta porquería de texto es porque lo necesitaba, necesitaba sacarlo fuera.

Buenas tardes.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Se de un lugar

Desde que el mundo es mundo, el corazón ha sido siempre un "lugar" antes que un vulgar órgano. Ese "lugar", a lo largo de la vida de cada individuo se ha llenado, se ha vaciado, roto, congelado, abierto... y un largo etcétera que hace que después de muchos años se apague junto a nosotros del desgaste.

Una de las fases en las que ese "lugar", ubicado justo detrás del esternón con tendencia a la izquierda sufre más y es capaz de cambiar mil veces el color de sus paredes es el amor.
El amor. Ese, a veces largo y a veces efímero letargo en el que dos corazones son capaces de sincronizar tan precisamente sus latidos que logran entonar la mejor melodía del mundo a mil kilómetros que a milímetros de que los labios impacten.
Pero también, igual que cualquier reloj del mundo, el amor también atrasa y cuando eso ocurre resulta inevitable que uno de los dos corazones se caiga de esa sincronicidad antes que el otro.
Esa traumática desconexión, para uno es casi automática; si es que alguna vez la hubo; Pero el que queda colgado puede seguir sumido en ese sueño mucho más tiempo. Y aunque lo niegue, puede seguir vagando eternamente con las heridas abiertas, con el reloj congelado... y con su "lugar" deshabitado buscando otro corazón que entone la misma canción. Pero eso es imposible. Ninguna canción es idéntica a otra. Todo cambia. Tú, yo, ellos, nosotros... todos cambian. Hasta la decoración de ese jodido "lugar" cambia.

En el amor no hay miedo que acojone más que el de quedar colgado. Bueno, no hay miedo que más acojone que el amor. Sentir tu "lugar" estremecerse impotente al verse invadido. Pero bueno, después el calor lo apacigua todo.

Por eso pienso que todos deberíamos tener derecho a decorar nuestro "lugar", a sentir esa conexión casi mística al menos una vez en la vida.

Y seguramente, mientras escribo esta mierda de texto cargado de fracaso y autocompasión, esté muriéndome por volver a sentir esa sincronicidad. Pero claro, eso es imposible puesto que el miedo nunca fue una vía, sino, una brecha. Una brecha demasiado ancha como para poder saltarla con facilidad.


Conecta, desconecta, rompe, pinta, abrasa o haz lo que quieras con tu "lugar", pero utilízalo.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Cuestión de tiempo

Siempre que cierres una puerta, asegúrate de echar bien el cerrojo porque nunca sabes cuando el tiempo te la va a volver a jugar. Nunca sabes cuando abrirá una rendija por la que colará unos recuerdos que tu creías enterrados.
Como el tiempo es tan hijo de puta, siempre suele aparecer para hacer daño y es por ello que los recuerdos que manda son aquellos que te jodieron algún momento de tu vida y que tanto te costó hundir el baúl donde los guardaste.

De repente, se te amarga la boca y la garganta vuelve a anudarse... y descubres que el tiempo solo te dió ventaja. Unos días, unos meses, unos años; Que más da. Todos somos marionetas del tiempo y las circunstancias.

Y la verdad es que no se porque estoy escribiendo esto puesto que el panorama que ahora se me presenta es alentador. Quizás Cronos vino a visitarme y dejó propina.

sábado, 1 de agosto de 2015

Adiós con el corazón

Hoy, mirando unas fotos, me he dado cuenta de que por fin se acabó; O, al menos, parece que se acaba.
Por fin la ví y no se me encogió el corazón.
Aquella persona por la que lo hubiera dejado todo, la chica de mis sueños parece que se ha mudado de mente.
Ya se acabaron esos años en los que aparecia en mitad de la oscura madrugada para recordarme mi derrota, que no sería para mi.
Años sintiendo la hoja del puñal desgarrando los tejidos de mi cuerpo mientras lo atravesaba. Tiempos evitándola, esquivando su mirada indiferente para evitar congelarme.

Y si, digo años, porque 4 han sido los años que me han costado desengancharme de la persona que, durante un tiempo que ya ni recuerdo, consiguió engancharme a la vida.

Hoy me siento un poco más ligero. Hoy queda mi corazón libre, aunque nunca igual que antes de su paso por él. Durante este tiempo ha dejado cicatrices y lo ha oscurecido un poco, pero este corazón está listo para emprender nuevos viajes... y ¿quién sabe?, si recibir un nuevo huésped.

De todos modos, gracias por enseñarme lo que es amar.

sábado, 14 de marzo de 2015

Objetivos

Por mucho que nos empeñemos en creer que somos libres, que tenemos las riendas de nuestra vida; No se puede negar que la vida, sea de quien sea, siempre se divide en las mismas etapas, en las que deberemos cumplir unos objetivos concretos.
Si algunos de esos objetivos quedan inconclusos es muy probable que las secuelas se hagan evidentes en un futuro demasiado próximo.
Esos objetivos quedan anclados en el pasado, ejerciendo de lastre en nuestro porvenir.
Los objetivos incumplidos de hoy serán las provisiones que escaseen en la batalla que se librará mañana.

Lo malo es que mi contador de objetivos incumplidos se inició hace bastante tiempo y sigue aumentando cada día.
Miedos que atenazan y circunstancias que lastran precipitan mis errores.

Por culpa de mis tropiezos, mi vida está coja. Y los que tenemos la vida coja somos muy de buscar quien la calce, y que todo vuelva a girar.
Pero no nos engañemos. Un calzo en nuestra vida no garantiza nada más allá de un bienestar pasajero con riesgo de desestabilización ante cualquier nuevo traspié.

No volquemos nuestras insatisfacciones, resarcirnos de nuestros errores pasados en los demás porque probablemente estemos terminando de jodernos la vida... y de paso, se la estemos jodiendo a alguien a quien queremos.

El pasado no se cambia midiendo nuestros pasos. El pasado es pasado, y solo regresa para recordarnos quienes somos, con lo bueno y con lo malo. Con todo, pasado.

domingo, 8 de marzo de 2015

¿Sí o no?

El tiempo pasa demasiado rápido. La vida va a toda hostia y pasamos por alto detalles, circunstancias y logros personales que se nos escapan por la velocidad a la que estamos sometidos.
Carne o pescado; me levanto o sigo acostado; apuesto al rojo o al negro; la llamo o no la llamo.
Todos los días tomamos decenas de decisiones que pueden resultar insignificantes, pero que una a una van construyendo nuestra vida.
La ambigüedad da mucho juego; pero es elegir un camino, decantar la balanza hacia un lado. En definitiva; las decisiones, las que nos definen.
Uno no se puede pasar la vida experimentando, probando distintas alternativas porque entonces nunca entenderá la vida en toda su esencia. La experimentación no es un modo de vida, sino una etapa. La etapa que nos lleva a tomar las decisiones.
La indecisión te permite seguir probando pero jamás adentrarte, conocer, ver... ser.

Dicen que cuando un indeciso elige un camino, es para siempre. Y no se si es por la comodidad que da la estabilidad o por el pánico ha afrontar cosas nuevas; pero la cuestión es que la vida nos aboca a la elección.

Yo he tomado la decisión de escribir esto. Quizás, si hubiera decidido no hacerlo, habría salido esta noche y me hubiera pasado algo que cambiase mi vida.
Quizás, mientras lees esto, también has dejado pasar otro giro del destino ahí fuera.


El futuro no existe y el pasado es virtual.
El presente mueve el mundo. Cualquier presente, el que elijas... ¿CUÁL ELIGES?