domingo, 8 de julio de 2018

Defecto de forma

No entiendo como puede ser la vida, a veces, tan ingrata. Como azota con tanta furia la existencia de muchas de las personas que tanto la honran.

No entiendo el "¿por qué?" de la crueldad que apuñala a aquellas personas que tienen... asuntos pendientes.
Niños con horas de juegos pendientes, jóvenes con noches de verano por beberse, parejas con sus vidas en construcción que sueñan con formar una familia o personas en la senectud que aún viven y sueñan.
Todo esto son ejemplos de personas que viven, que se sienten vivos y que honran y justifican el hecho de existir.
Sin embargo, no se con que sádico propósito, la vida, tiene preferencia en este tipo de personas a la hora de provocar tempestades.

A las personas solemos diferenciarlas entre buenas y/o malas. Pero existe otro tipo de personas que permanecen más a la sombra. Esas personas intrascendentes en el devenir de la humanidad. Personas sin nada que hacer ni que contar.
Aquellas que nos creemos inmortales, por encima del bien y el mal, pero que en realidad no es más que un despiste de la muerte y la desdicha al no saber de nuestra existencia.
Estas personas desperdician su existencia plácidamente sin ningún tipo de obstáculo ni sobresalto.
Incongruencias de la vida.

No es justo que personas tan llenas de vitalidad y con tantos planes se van abocados a asomarse tanto al abismo.

A veces me gustaría poder jugar por un momento a ser Dios y poder impartir un poco de justicia.
La vida debe premiarse con tiempo. Tiempo para poder desarrollarla con tesón.

Tarde o temprano vamos a morir todos. La pena es que lo tengan que hacer personas que aún les queda tanto por ofrecer.


No quiero morir por muy estéril que sea mi existencia... Pero si algo me parece injusto pues se dice y punto.