domingo, 9 de agosto de 2020

Sueños siderales

Para un ciego, poder ver.

Para cualquier persona, poder volar.

Para un "sintecho", tener techo.

Para un pobre, ser rico... Y para un rico, ser más rico.

Todo el mundo tiene algún sueño imposible de cumplir, aspiraciones en forma de "Ochomil" sin bombona de oxígeno.


En cuestión de metas, vamos todos tan sobrados que incluso nos permitimos el lujo de tener alguna imposible en la recámara por si algún día se nos agotan.


Sabemos lo frustrante que es ver como fracasas una y otra vez a la hora de alcanzar una meta pero aún lo es más la ausencia de ellas.

En mitad de un desierto de oscuridad buscas desesperadamente un haz de luz  que te oriente de nuevo. Por eso, si esa luz no aparece, el puro instinto de supervivencia crea esa referencia lumínica de manera artificial.

Por ejemplo:

Cuando llevas tanto tiempo en el ostracismo, de repente, un simple curso lo conviertes en una meta.

O, tal vez, ya no recuerdas la última vez que sentiste algo parecido al amor. Entonces se te cruza alguien tan brillante como lejana, cual cometa y automáticamente, tu mente, genera una nueva meta.

Las circunstancias no invitan al optimismo pero eso, ahora, es lo de menos. En lo que surge un objetivo más realista, esta utopía, será la prioridad de todos tus sentidos.


Si se nos agotan los sueños nos los inventamos.

martes, 4 de agosto de 2020

Lo intrincado del universo

Fue raro. Fue la primera vez que posé mi atención sobre un "espécimen" igual.
De ella no me atrajo su rostro (que también). Tampoco su físico (que también). Ni siquiera su simpatía (que también).
Lo que me atrajo sobre manera fue su madurez. Su madurez mental a la par que frágil.

Siempre he tenido la aspiración de tener una relación con alguien mentalmente estable ya que nunca fructificaron mis relaciones con chicas igual de inestables que yo o incluso más.
Esa estabilidad y serenidad que desprende hasta cuando camina, hablando claro, me pone. Me pone hasta el punto de no poder reparar en lo inviable de esta empresa.

¿Cómo un don nadie acomplejado y patético va a poder despertar sentimiento alguno en una persona con una vida sideralmente opuesta a la mía?
Es como si pretendiera partir desde mi caótico y minúsculo planeta llamado Fracaso montado en un avión de papel y salvar airosamente la inexpugnable atmósfera del suyo.

Piel suave y pintada.
Cabello oscuro y ligeramente ensortijado. Casi puedo leer su historia en su melena.
Semblante sobrio y mirada vulnerable.
Todo ello conjugado forma un pequeño sistema en el que orbitar plácidamente.
No existe gravedad, ni se demanda.
No hay atisbo de luz salvo la de sus ojos.
El único miedo en miles de años luz que existe es el temor al cataclismo que produciría el "Big bang" de la colisión entre mi imprudencia y su realidad.

Mi desasosiego es absoluto al pensar en la crueldad de los elementos.
Maldigo al tiempo, al espacio y a la puta materia por hacerla tan esquiva durante tantos años.
Distancia temporal tan grave que ahora siento el dolor de ese golpe que ya no existe.

Existen infinitos planetas y universos. Que los nuestros coincidieran, aunque sea en este tiempo de entreguerras, es una paradoja espaciotemporal tan retorcida como maravillosa.
Retorcida por el hecho de habernos cruzado a sabiendas de la incompatibilidad de nuestras atmósferas.
Maravillosa por saltar millones de galaxias intermedias por la simple razón de mostrarme un mundo bello, lejos de la toxicidad y las erupciones abrasadoras de energía.
Un mundo que, si estuviera deshabitado, poder colonizar y crear una nueva civilización.

En fin, no queda más que resignarse.
Yo seguiré orbitando en el vacío de este espacio y ella seguirá centelleando desde la inmensidad de su gran planeta. Grande y majestuoso a la par que frágil y cálido.

Creo que he acabado dilucidando que me gustan los amores imposibles, que los busco en cada rincón, en cada autobús, en el escaparate de enfrente y hasta en la vecina del ático.
Supongo que los amores posibles o probables carecen de la emoción suficiente para un tipo acostumbrado a vivir en una escombrera de sueños rotos.
Uno se acostumbra a vivir en un vertedero sentimental y deja de priorizar su felicidad en pos de su vanidad y autocompasión.

¡Objetivo cumplido!
Un amor frustrado más para engordar este decadente blog y una oportunidad menos para salvar este corazón del frío invierno.

lunes, 3 de agosto de 2020

El amor en tiempos del Coronavirus

Bendito teléfono que me obligó a tomar una decisión.
Bendito Covid-19 que lo retraso todo y pudo darme la prórroga justa para coincidir en el mismo tiempo, en el mismo espacio.

Maldita mascarilla que resaltó sus ojos. Esos ojos que me atraparon y no han dejado, desde entonces, de apretar mi cuello.
Maldito espacio que se estrecha entre nosotros.
Maldita su silla que siempre visita a la mía.
Maldita la distancia que nos separó y maldito el tiempo que nos incomunicó.

Sus circunstancias son obstáculos insalvables y mis recursos insuficientes.

Valdría la pena la batalla pero en cuestión de artillería, ella va sobrada pero yo no tengo nada.