miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cuenta atrás

Un año puede saber a poco. Pero si te hablan de 52 semanas, 365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos o 31.536.000 segundos; piensas que cada cifra es una oportunidad que has tenido para cambiar algo, para transformar el tiempo en vida.
Hemos tenido todo este tiempo para hacer todo aquello que nos propusimos cuando nació 2014, sin embargo, muchos de nosotros hemos llegado al 31 de Diciembre con los deberes sin terminar.

Quizás, todos los planes que tenemos para hoy sobre terminar el año con una gran fiesta, en un lugar especial y con gente especial, no sea más que el reflejo de nuestra frustración por haber desaprovechado nuestro año y puede que hoy sea nuestra última oportunidad de redimirnos y terminar el año dignamente.
Será por eso que he empleado los últimos días en escribir este texto. Puede que esta entrada sea mi último cartucho con el que hacerme pensar que este año tuvo algo de sentido y no solo fue un trámite.

Es curioso que teniendo todo este tiempo, un solo día cobre tanta importancia. Pero es que el fin de año también tiene algo de especial. Hace que en las personas florezca un sentimiento que tiene algo mágico, una esperanza incomprensible que surge de forma espontánea.
Puede que esa esperanza desaparezca con el paso del tiempo... o quizás seamos nosotros los que la hagamos desaparecer justo en el momento en el creamos nuestros propósitos para el año nuevo.

Yo propongo una idea para que esa magia no se desvanezca tan deprisa. ¿Por qué no basamos nuestros nuevos propósitos en cosas que estén a nuestro alcance?
Todos tenemos a alguien a quien perdonar o pedir perdón, algún proyecto que empezar... cualquier cosa que no nos haga seguir anclados al pasado.

Por todo esto, por lo que dejamos, por lo que vendrá; os deseo de todo corazón que disfrutéis esta noche sin pensar en el ayer ni en el mañana.


Reír, besad, abrazad, amad...vivid porque, decidme si no es mágico empezar una historia en la noche de fin de año...

domingo, 14 de diciembre de 2014

Superego

Cuanto daño está haciendo el autoengaño en la evolución de nuestra sociedad. Autoengaño que ya no es tal, sino una realidad.

Todo tiene origen en la represión a la que hasta hace no mucho tiempo nos vimos impotentemente sometidos.
Tiempos en los que no teníamos permitido mirar más allá de lo que el "ser supremo" de turno quisiera.

Razones suficientes para que las nuevas generaciones hayan sido educadas en la libertad y la defensa de los derechos.
Yo soy el primero que aboga por la defensa de los derechos humanos, de la libertad de cada uno. Pero quizás hemos promovido la confianza y autosuficiencia de la población como individuos más que como individuos en sociedad. Y ello, creo que ha provocado que cada uno de nosotros nos creamos dueños de nuestra vida y héroes del colectivo.

Tal vez no seamos conscientes pero ese concepto que tenemos de nosotros mismos y con el que estamos plenamente realizados es muy pobre.
Vivir solo para alimentar el ego... Suena bien pero creo que no es suficiente.
Para nosotros, somos nuestra prioridad, nuestra necesidad, nuestro ser más querido; pero, ¿qué somos para los demás?

Pienso que la felicidad del individuo debe residir en él mismo y en el entorno que le rodea.
¿Cuánto tiempo es capaz de sobrevivir cualquier animal en un entorno hostil o en el que está poco familiarizado?
No olvidemos que el ser humano es otro animal, y que nuestro entorno a gran escala está lleno de depredadores.

Cada uno hace la guerra por su cuenta, pero la guerra no se puede ganar con un solo soldado.

Este mundo está más dividido que nunca. Dividido por intereses personales que lo único que hacen es brindarnos una satisfacción fugaz.

Parece que se nos está olvidando aquella sensación mágica al ver una sonrisa ajena provocada por nosotros, ser felices con la felicidad de la gente que queremos y sentir que ellos también lo son con la nuestra.

El amor está en franca decadencia sustituido por un arrogante individualismo.

Sinceramente, creo que todo es debido a que nos quedamos en la superficie por miedo a sumergirnos y ser incapaz de controlarlo todo.