domingo, 5 de mayo de 2019

Hablando de ella

Se supone que hoy es, en teoría, un día para honrar a nuestras madres. Un día para ensalzar cada una de sus virtudes y todo el sacrificio volcado en nosotros desde nuestro alumbramiento. (Ingratos nosotros que solo nos vale este día).

Hoy hablaré de memoria. La memoria de una mujer que me cae lejana en el tiempo y escasa en mi, por entonces, precoz recuerdo.
Sin más herramientas que un par de flashes en mi mente y un sinfín de fotografías de otro tiempo tuve que hacer una imagen mental para no olvidarla.
Mujer de la que heredé la discreta existencia, el moverse siempre en la sombra.
Pero no. no soy como ella. Ella se antojaba imprescindible para todo el que la rodeó. De ahí que doliera tanto su marcha.
Pero se fue. Se fue temprano, demasiado temprano y dejando un reguero de desamparo del que aún hoy, después de más de 22 años, aparecen restos en cada 13 de diciembre.

Y desde aquí me gustaría decirle a esa mujer que es mi abuela que puede sentirse orgullosa de su hija, que también es mi madre.
Puede sentirse orgullosa porque a pesar de lo prematuro de su marcha, consiguió tragarse las lágrimas que, por derecho, le tocaba derramar ante la pérdida de una madre solo para que ese dolor no se adueñara también de sus hijos (Hecho que a veces me hace sentir culpable).
Pero sobre todo, debe enorgullecerse porque hizo surgir en nosotros la curiosa sensación de sentirnos tan querido por una desconocida como pudo quererla ella.

Hoy, en el día de la madre, no he hablado sobre mi madre pero si es un homenaje hacia ella... Porque hablo sobre la suya.