lunes, 30 de septiembre de 2019

Submarinismo

Estoy escribiendo sin saber muy bien aún que es exactamente lo que quiero escribir, o mejor dicho, como lo quiero escribir.

Todo es maravilloso desde la superficie. El azul del mar, las gaviotas haciendo vuelo rasante sobre el agua, el movimiento hipnótico de las olas y el sonido envolvente de su rumor.
Pero de repente, estás tan a gusto, que te sumerges. Te sumerges con el objetivo de darle a todo una nueva dimensión. El caso es que este nuevo estadio es bastante más complejo.
Conforme vas descendiendo a las profundidades, al abismo más absoluto, tus sentidos y capacidades van menguando y entran en juego las sensaciones más subjetivas, pero también surgen, fruto del desamparo que te provoca la oscuridad del amplísimo fondo oceánico, el miedo, la desconfianza, la presión, el pánico, la hipoxia, la vulnerabilidad... Las inseguridades.

Y hasta aquí puedo leer... Escribir. Pues jamás he traspasado este nivel.
Supongo que en la afrenta entre el miedo y la curiosidad siempre ganó el tramposo miedo ya que nunca fue una lucha en igualdad de condiciones.

Ya noto como mi cuerpo emerge de nuevo.
Otra aventura estéril que apuntar en mi cuaderno de bitácora.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

El arcoiris

Algún día, cuando las nubes se disipen y dejen por fin ver el cielo, me gustaría poder escribir sobre el tipo que, una vez desprendido de los grilletes que durante demasiado tiempo se aferraron a sus tobillos, puede mirar el mundo cual astronauta que salta en la luna.
Me gustaría escribir sobre el que dejó de tener miedo a que la lluvia impactara en su cara y a doblar la espalda para sentir el tacto de la tierra húmeda.
Sobre ese que vive descalzo y con la mente en la estratosfera por no poder dejar de volar.
El que dejó atrás la culpa, la autocompasión y de repente sacó la vida del baúl donde con celo la guardaba para que no se rompiera. Hubo que reanimarla ante la falta de oxígeno para luego ser él el que lo pida ante tanta euforia.

Quiero narrar una vida que ya no se va por el sumidero de la más conformista de las derrotas. Que ahora se muere por viajar, por amar, por sentir. Que se muere por vivir... Que vive para vivir y no por vivir.
Saborea las victorias y no se regodea en las derrotas.

Me gustaría hablar de un tipo libre y sin el miedo que lo encadenaba en un parvo habitáculo que pese a la obsolescencia de sus muros aún se elevaban por encima del Sol.

Algún día me gustaría poder escribir sobre ese tipo. Ahora he de coger el paraguas y esperar a que escampe.