martes, 23 de enero de 2018

Aquellos días naranjas de septiembre

Fueron días en los que el calor acuciaba y en los que la espalda dolía a causa del trabajo. Fueron los días del ocaso del verano.
Sin embargo, fueron días felices.

Ya, los recuerdos, quedan algo difuminados por el tiempo y el barro que acabó manchándolo todo.
Por doloroso que fuera el final me resulta inevitable sonreír al recordar aquel septiembre.
Tocar el cielo no parecía una idea tan descabellada pues casi se notaba en la yema de mis dedos.
Fue un periodo de tregua que yo mismo me di. Días de besos y risas. De nervios y de todo lo contrario... Días de fuego sofocado con caricias.

Me encantaba aquella absurda sensación de que todo era posible... De que ¡yo! era capaz de todo.
Daba igual que fuera de día o de noche, que los 40ºC  de la arena abrasaran mis pies descalzos o que tanta felicidad me estuviera cegando y alejando de la realidad.

Pero esos días hace tiempo que pasaron.
El calor se fue y llegó el invierno. El fuego se apagó con silencio y las caricias que se quedaron en el tintero no encuentran consuelo.

El interminable atardecer estival finalmente se anocheció.


Aunque parezca una derrota y una triste historia de un pobre hombre, nada impedirá que en mi recuerdo queden aquellos felices días de septiembre.

viernes, 5 de enero de 2018

Huellas del pasado

Este año, casi sin quererlo, me han echo uno de los mejores regalos de Reyes de mi vida.
Todo empezó hace unos días. Cuando, ante el exceso de tiempo libre que tengo últimamente, me presté voluntario para digitalizar los vídeos caseros de una vieja videocámara de mis tíos.
Efectuando el visionado de las cintas quedé obnuvilado cual espeleólogo ante una gruta virgen al descubrir lo que esas películas contenían.
De repente encontré a mi "Yo" de hace más de 20 años.
Automáticamente, cada leve recuerdo que pululaba por mi memoria como una nebulosa, empezó a cobrar sentido.
Fue un momento mágico.
En cada película había una pequeña fracción de mi niñez. Aquella parte de mi vida donde fui feliz y que ya vagaba por el valle del olvido.
Mirar a tus ojos de niño hace que comprendas porque eres como eres pero a la vez no entiendes porque dejaste de ser como eras.
No hay nada en el mundo que pudiera pagar esas breves horas.
Durante ese tiempo volví a ser feliz.
Se que no es conveniente estar recordando constantemente tiempos pasados... Pero me da igual.
Aunque pueda soñar contradictorio, necesito mirar al pasado para poder avanzar.
¡FELICES REYES A TODOS!

martes, 2 de enero de 2018

Película velada de la niñez

La vida pasa tan deprisa que casi no tenemos tiempo de saborear los momentos felices ni de pararse a llorar nuestras desdichas.


Mucha gente pasa por nuestra vida y el tiempo es un tamiz que solo nos deja en la memoria a aquellas personas que han tenido peso.

El otro día me vino a la memoria una chica. No recuerdo su nombre ni su cara.
Solo recuerdo que hace 16 años, mi hermana pequeña con apenas un par de meses de vida, fue ingresada en el hospital de Minas de Riotinto aquejada de una bronquitis aguda.
Durante su estancia allí, en las largas esperas, mi otra hermana y yo conocimos en los pasillos de la zona de pediatría a una niña más o menos de mi edad que iba a ser intervenida en un par de días (no recuerdo de que). Durante ese tiempo compartimos largos ratos y nos hicimos amigos.
Después de su operación fuimos a su habitación, donde estaba también su madre y estuvimos con ella.
En breve, felizmente, le darían el alta a mi hermana y abandonamos el hospital.


El caso es que no volvimos a saber nada sobre esa chica.

En ocasiones he recordado esos angustiosos días, con mi hermana, en el hospital y también me ha venido a la mente esa niña y que habría sido de ella.

Ha pasado mucho tiempo pero me alegraría saber que se recuperó y que ahora es feliz.
Vivencias que, aunque leves, desafían al paso de los años.