miércoles, 28 de julio de 2021

La apuesta fantasma

El amor no es una fórmula química en la que añades cariño, aprecio, atención, detalles o hechos y obtienes un compuesto milagroso. El éter del afecto y la felicidad.
El amor se asemeja más a los juegos de azar.
Si el premio a cosechar es lo suficientemente valioso llegas a apostarlo absolutamente todo. Incluso eres capaz de renunciar a tus propios principios engañando, fingiendo, yendo de farol e incluso traicionando con tal de ganar la partida.
Aún así, con todo eso jugando en tu favor, jamás te vas a garantizar el triunfo.

Yo nunca he sido un ganador nato pero, últimamente, se me está poniendo cara de perdedor. Y lo malo de perder tantas veces es que te acostumbras a la derrota y pierdes el espíritu competitivo y te conviertes en una piltrafa.

Juro que lo he dado todo. He apostado hasta lo que no tenía y aún así, solo he conseguido perder lo más valioso que tengo, mi tiempo.

Relaciones parnofiliales, de amistad y pseudosentimentales. Tres barcos que me encargué personalmente de bautizar. Uno lo cree desde cero y los otros los reparé desde las ruinas en las que se convirtieron hacía tiempo.
Yo desplegué las velas, solté los amarres. Pero, sin embargo, ninguno de mis esfuerzos obtuvieron respuesta positiva alguna.
Dichas fragatas empezaron a hacer aguas en mitad del océano y huyeron todas las ratas que había a bordo hasta quedar únicamente yo intentando tapar las fugas.

Me siento cansado, muy cansado. Decepcionado, enfadado, estafado y sobre todo desilusionado.
Esta situación de pandemia había cambiado algo dentro de mi. Me hizo despertar las ganas de conocer gente. Entablar nuevas relaciones y/o reforzar las ya existentes.
Todo esto lo ha cambiado todo. La coraza ha vuelto a aflorar en mi y no se cuando volveré.

Hace tiempo que no escribía y nunca se me ocurrió pensar que volvería para esto.