sábado, 11 de julio de 2020

10º aniversario de "Sudáfrica 2010"

Ya decía Jorge Valdano que: El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes.

Me parece mentira que ya hayan pasado diez años. Diez años de aquella mágica noche de Johannesburgo.
Yo, personalmente ya tenía un leve recuerdo de la decepcionante actuación de la selección en "Francia 98". Pero sin duda, lo que más me marcó, aquella impotencia que le generó a mi "Yo" de once años la injusta eliminación de España en el mundial de "Corea y Japón 2002".
La cita mundialista de "Alemania 2006" también fue una gran decepción.
Pero llegó 2010. El primer mundial africano y España era la flamante campeona de Europa con un fútbol que enamoraba. Las vibraciones era distintas.
Desde el 16 de junio se vivieron momentos de decepción, miedo, tensión y épica. La selección española fue desprendiéndose de la tensión y empezó a jugar cada vez mejor hasta que un cabezazo increíble de "Tiburón" Puyol en Durban nos metió en la final de un mundial por primera vez en la historia.

Recuerdo el día 11 de julio del 2010 paso por paso como si fuera ayer.
Recuerdo el calor, el silencio en las calles durante las horas previas a la final. Ni siquiera pude dormir siesta esa tarde.
Sobre las 7 de la tarde hablar sin ningún convencimiento con un amigo para salir después del partido para celebrar la victoria.

Entonces llegó la final.
Con la piel de gallina viví el comienzo de la ceremonia... ¡El himno de España estaba sonando el la final de un mundial de fútbol!
Y a partir de ahí solo recuerdo nervios. Nervios durante 120 minutos que rozaron la taquicardia en ese mano a mano entre Robben y "El santo" Casillas que resolvió Iker con el exterior del pie derecho.
Tras ese momento crítico quedarían mucha más final, la dureza de los neerlandeses y una prórroga que apuntaba a penaltis hasta que en el minuto 116 Jesús Navas se marcaba un carrerón desde campo propio para provocar una jugada trastabillada que culminaba con ese pase de Fábregas a Iniesta para que con una medio volea batiera a Stekelenburg.
Y tras ese segundo de silencio que Andrés dijo escuchar mientras entraba el balón todo el equipo corrió hasta el córner izquierdo para fundirse en un abrazo que unió a España mientras el Soccer City se teñía de rojo.
Después todo fue una locura. En casa, rodábamos por el suelo. Y hasta mi madre, que el fútbol le importa entre poco y nada, vivió la tensión y la felicidad del momento.
Recuerdo salir corriendo hasta la plaza del pueblo y celebrar con amigos y el pueblo entero la que fuera la noche más feliz de mi vida.