domingo, 6 de septiembre de 2020

La muerte silenciosa

Cuan atrevida es la ignorancia que nos hace creer que los sentimientos se combaten poniendo tierra de por medio, tomando distancia física y emocionalmente.

Te distancias de la persona en cuestión para evitarte sufrimiento innecesario.
No hablas, no preguntas, no quieres saber... No te atreves a indagar por lo mismo de siempre, por el miedo a sufrir al averiguar que ha rehecho su vida y que por lo tanto supondría acabar con las escasas esperanzas que aún conservabas y que tanto te empeñas en negarte inútilmente.

Pasan los días, las semanas, las horas y ahí estás, martirizado por la incertidumbre e intentando constantemente enterrar los bellos recuerdos a costa de desempolvar los malos para obligarte a no amar.
La indiferencia como inalcanzable objetivo, el amor latente como rotunda realidad.

Tiempo después empiezas a ser consciente de que tu mente vuelve a la normalidad. Aquél profundo dolor deja de escocer y pareces preparado para continuar con tu caótica existencia... Hasta que un día el destino caprichoso te la vuelve a poner en el camino y las aguas mansas se tornan en tsunami desatando de nuevo esa infernal tormenta que ocasiona la épica lucha entre amor y ego.