Nos pasamos la vida buscando los ingredientes para ser feliz. La casa
perfecta, el trabajo ideal, una pareja, una familia. Queremos escoger
hasta la muerte más lejana y heroica.
Sin embargo la realidad es
otra, la verdad es que todas las almas que vagan por la vida buscando la
perfección lo único que consiguen es un gran vacío interno provocado
por la frustración de no tener lo ansiado.
La vida son emociones, altos y bajos, momentos felices y momentos amargos, visitar el cielo y naufragar en el infierno.
Es
así como se consigue la compactación perfecta. En los malos momentos
nos damos cuenta de nuestras verdaderas prioridades para poder valorar y
disfrutar la gloria.
Lo importante no es nuestro nacimiento ni
nuestra muerte, que en esta sociedad es a lo que más importancia le
damos, lo importante son las emociones que experimentamos en el tiempo
que separa a los dos puntos.
Eso es lo que tardamos en entender, eso es lo que me está consumiendo.