viernes, 30 de agosto de 2019

Suerte

Todos estamos de acuerdo en que el éxito, en la vida, hay que trabajárselo. Que uno no recoge nada mientras no plante algo.
Sin embargo no es más cierto que el hecho de que siempre se necesite o al menos ayuda ese punto de suerte que redondea la ecuación.

Dejemos por un momento a un lado los hechos meritorios y ciñámonos en hablar sobre ese factor intangible que representa la "suerte".
Pasar años estudiando sin descanso una carrera universitaria es esfuerzo. Que conozcas en una fiesta al jefe de rrhh de la multinacional con la que siempre soñaste y te consiga una entrevista de trabajo es suerte.
Conquistar con perseverancia amor a la persona de la que te has enamorado es esfuerzo. Que aquel día olvidara su mochila bajo el asiento del metro y que tú la vieras al agacharte para atarte los cordones es suerte.
Que pienses que has conseguido todos los objetivos que te pusiste como meta es esfuerzo. Que todo eso no se trunque por un inoportuno y apocalíptico diagnóstico es tener suerte. Es tener mucha suerte. 

Pues ese concepto asociado al azar al que se le llama "suerte" es, a mi entender, lo que siempre me ha faltado a mi.
Siempre he conocido a alguien en el momento menos oportuno o he pasado demasiado tarde o demasiado pronto por cualquier lugar relevante de mi vida.

Todo el mundo codicia la suerte pero solo la culpan de lo malo.
El esfuerzo es el origen del éxito pero la suerte está ahí y es la que brinda la oportunidad.