domingo, 4 de agosto de 2019

Cuestión de vida

La vida es como una calurosa noche de verano. La eterna lucha entre los sueños y la realidad.
Un periplo lleno de grandes frustraciones y efímera realización.

Todo comienza cuando eres niño y tus metas aún son fáciles de alcanzar. Que los Reyes Magos dejen el barco de "Playmobil" bajo el árbol de Navidad, que tus padres te lleven de vacaciones a la playa o marcar el gol decisivo en el partidillo de fútbol del recreo.

A medida que van pasando los años los objetivos cambian. El barco de juguete hace tiempo que coge polvo en el desván, la playa ya solo te parece arena y agua salada disputándose el terreno y la idea de ser un crack del fútbol se desvanece al cambiar tus prioridades.
Ahora que la adolescencia te ha descubierto un nuevo mundo de vicio y color, tu idea de realización personal pasa por encadenar fiesta tras fiesta hasta que estés seguro de no haberte perdido ni una y con suerte, follar lo máximo posible.

Y tras unos años perdido entre noches de fiesta, sexo y alguna que otra droga blanda y días de Ibuprofeno y estudios a contrarreloj, por fin, llegan las responsabilidades.
Las noches que antes pasabas entre vasos de tubo y música ensordecedora a las mil de la madrugada ahora las pasas pegado a un flexo, una montaña de apuntes y un termo de café.
La vida pasa entre clases, la biblioteca, insomnio, agobio y alguna que otra fiesta para celebrar el aprobado u olvidar el suspenso. También inviertes el dinero de las fiestas en pagarle el alquiler a un casero pesetero.

Ahora que ya has pasado años asentando los cimientos sobre los que sustentar tu vida te encaminas a revisar la obra y empiezas a descubrir los fallos.
Caes en la cuenta de que algunos traumas infantiles no se han superado del todo y se solapan con los nuevos que te trajo la vida adulta. También piensas que quizás deberías haber estudiado algo más, haber follado mucho más y sobretodo haberte parado mucho pero mucho más a escuchar a las personas que te han rodeado toda tu vida, los que ya se fueron y los que aún aguantan impertérritos.

Enhorabuena, has completado la primera fase de tu existencia, la vida.
Ahora te encaminas hacia la segunda fase, la supervivencia.
Empiezas a soñar con una bonita casa, el trabajo por el que pasaste largas noches de estudio e insomnio, una pareja con la que compartir mi vida y una familia ilocalizable para la parca.
Finalmente te conformas con vivir en un "zulo" compartido en el que se te va más de la mitad del sueldo que ganas friendo patatas en un "McDonald's" con la única compañía de las llamadas semanales de tu familia.

Y después de todo esto, ¿no crees que tus prioridades han variado demasiado con el paso del tiempo?, ¿no te queda la sensación que la segunda fase ha sido más fruto de la improvisación por capear el temporal que de tomar decisiones sosegadamente?

Entonces un día paras de verdad y desvías la vista hacia las personas de tu alrededor. Y resulta que todos tus sueños se fusionan y solo queda uno, que tus seres queridos estén bien.
Sueñas con que cada constipado, cada alergia, cada enfermedad que sufren se traspase a ti liberándolos a ellos.
Te rechazan en las entrevistas de trabajo, en las citas con algun@s chic@s, te rechazan en los bancos. En resumen, te rechaza la sociedad. Todo eso puedes soportarlo con envidiable estoicismo pero cuando alguien a quien quieres está en peligro la tierra tiembla. Eso significa que tu sueño, el único sueño que después de toda una vida de frustraciones te que se tambalea y conoces el verdadero significado del miedo.

En resumen. Debes vivir y codiciar todo tipo de banalidades para, con el paso del tiempo y la experiencia que eso conlleva, ser consciente de que lo único prioritario y verdaderamente valioso es el bienestar de las personas a las que amas.


PD: Espero que cese esta cascada de putadas.