martes, 29 de abril de 2014

Vivir tapando

Se hace muy difícil mostrar felicidad donde sólo hay vacío.
Es muy complicado intentar reflejar ser quien no eres hasta perder tu identidad.
 

Vivir en una casa de cristal y comenzar cada mañana con un terremoto en su interior.

Fingir una sonrisa mientras sufres como un perro solo para que toda la infelicidad que generas no se proyecte a tu alrededor.
Aparentar indiferencia mientras tus sueños, tus ilusiones no se rompen, sino que simplemente se desvanecen al mismo ritmo que tú haciéndote retorcer de dolor.


Muestras dureza cuando hace tiempo que el infierno de la depresión entró en tu vida arrasándolo todo. Un infierno en el que no hay fuego ni demonios, un infierno en el que estás solo con esta oscuridad que rodea tu mundo y te oprime el pecho.
Todo eso es una pesadilla que solo tú y tu mente enferma habéis convertido en la realidad más irrespirable. Haciéndote sentir el ser más insignificante, una basura que no merece seguir en una vida en la que no quieres estar y que muchos otros podrían aprovechar.

Tener miles de sentimientos dentro de ti incapaces de romper la coraza de hielo de la que el tiempo y tu mismo cubristeis tu corazón es la situación más desasosegante que puede existir.
Quererte arrancar la piel a tiras por si el alma reacciona al menos de dolor.
Tienes la sensación constante de caer a un abismo que se hace cada vez más profundo a mi paso.

Quizás todo este batiburrillo de palabras solo sean signo del momento tan confuso que atraviesa mi enferma e incongruente mente.

Y eso, señores, es vivir tapando. Esa es mi vida.